Atribulado por la deserción de algunos tripulantes,
en este amotinamiento que me entristece,
capitaneo mi barco
con pasajeros de esperanzas
entre arrecifes de desconsuelo,
hacia una mar expedita.
Acompañado solo por leales cadetes
fieles a su disciplina.
conduzco con esmero
hacia puerto seguro
donde soltaré las anclas de la espera
Navego cual viejo lobo de mar
guiado por el faro de la esperanza
donde la cena de Dios en su Natividad
nos seguirá alimentando la Fe
para que no dejar que naufrague
en las profundidades del olvido
el crucero de nuestra felicidad.