Tenia la tez morena, los ojos de pechiche, y el cabello rizado,
mis hermanos , piel más clara y pelo lacio .
Cuando los vecinos nos visitaban
al verme por ahí descalza, como me gustaba,
y en mis trazas la huella de haber jugado mucho preguntaban:
¿Y esta niñita de quién es, de alguna vecina?
mi madre respondía con su voz dulce:
¡Es mi negrita! y me acogía en sus maternales brazos,
Ahh decían, como usted es de piel blanca
y ella es tan…morenita...
Algo debió afectarme aquellos comentarios
que un buen día, me cuentan, no recuerdo
Cogí un poco de talco y me embadurne por todo el cuerpo,
Y le dije a mi madre:
“mami, ya soy tu hija, mírame, ya soy blanquita como tu mamita”.
Soltó una lágrima dicen mi bella madre...
Mi padre por su cuenta me amaba tanto, y en todo me consentía
Con orgullo decía: “es mi negrita, es como yo, y es muy inteligente”
Digo yo, lo hacía para que no me acompleje…
Pero yo era feliz con mi familia, mi color era lo menos importante.
Había que hacer tantas maravillas:
correr por los manglares saltar los charcos
buscar cangrejos que siempre se escondía en sus huecos.
Mirar las jaibas, cuando la marea bajaba,
y se quedaban estancadas en las lagunitas dejadas sobre el lodo.
Ver crecer la marea, y el nivel de las aguas del estero,
ver ocultarse el sol en tardes arreboladas y meterme en el manglar.
Ver a los carboneros fabricar el carbón
y percibir el olor del mangle que me traía el viento
cuando los estaban quemando los carboneros
Sin importarme el tiempo, llegaba a la casa sucia de lodo y con olor a mangle…
¿la escuela? no ,no me gustaba, encasillaba mi alma volandera,
prefería ayudar a mi padre a envolver los caramelos
que a diario laboraba mi familia, para lograr el sustento.
Infancia mía, lejana y plena, con sonidos de trinos
Con olor a mangle y caramelo, con olor a familia.
Con mi padre mi madre y mis hermanos
Mi más bello recuerdo.