A veces el amor se parece mucho al humo,
al verse como un sueño breve e intangible;
no siempre de esa misma manera lo asumo,
prefiero verlo entonces como sueño posible.
Que para ser feliz sea una excelente opción,
amor que sea ladrón de mi paz, de mi calma;
no quiero humo guardado allí en mi corazón
ni humo oculto en los rincones de mi alma.
En ocasiones es tan sólo humo que se disipa
y al final ni siquiera notamos que se deshizo.
Elijo verlo tal como un viajero que se equipa
y se cuela en el tren de mi piel escurridizo.
No existe humo en ese tren donde tú viajas,
porque es toda mi piel la que hoy te traslada;
allí comes de mi esencia, no te doy migajas,
ni me besas entre una humareda imaginada.
El humo es como el amor cuando es breve,
no alcanzas a confirmar si estuvo ahí o no;
prefiero nunca verlo como un susurro leve
de un viento indeciso que muy débil sopló.
Viento tan débil que ya ni el humo se lleva,
otrora huracán convertido en simple brisa;
yo prefiero el amor cuya fuerza se renueva
y lanza sus destellos en tu mirar, en tu sonrisa.
Y si acaso el amor con el humo se me asemeja
y ni siquiera me da el menor chance de elegir,
será igual ver cómo su esencia de mí se aleja
y de tanto saber de vida, ahora sólo sepa morir.
Yo elijo tener un amor real, uno que sobreviva,
mucha fe y esperanzas a ese sentir yo le sumo,
no deseo que sea un amor que sólo se escriba
y el cadáver de un sentimiento… echando humo.
Poema original de Álvaro Márquez
Nacido en Caracas, Venezuela
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Twitter: @poreros
Publicado el 12/12/2014
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