Bajan de las nubes
luces húmedas
y refrescan
su verde cabellera
y su pensamiento
se despeña
desde el copo,
es aire que pesa
casi como él mismo,
aire que no vuela,
aire que avanza
con pies de nada
por una pradera
Y es él y no lo es
porque se mira
y no mira nada,
el pensamiento
es el que se mira
así mismo
y mira las piedras
rodando sobre
la vereda
que da hasta llegar
a la rosaleda,
en que mira y busca,
busca y encuentra,
encuentra y contempla,
contempla y sueña
sueña y anhela,
anhela y actúa…
El aroma de esa Rosa
es tan real
como la primavera,
su piel tan tersa
como la del cisne,
su color tan hermoso
como ella misma
De pronto
un relámpago
quiebra el aire
y lo disipa,
pero no disipa
su memoria
El árbol fatigado
ahora duerme
y en sueños
con voz inválida
suplica a la tierra,
tocar el sueño
que soñó despierto...