Manos que arrullan, manos que trabajan, manos que sostienen.
Manos obedientes al sentimiento, al afecto, al corazón, expresados a través de la escritura.
Manos capaces de curar solo con su toque sincero y expresivo.
Gracias a mi tacto, a mis manos, puedo sentir tu piel,
la suavidad de tu rostro,
la seda de tus cabellos oscuros,
el vello sutil que cubre tu cuerpo y más denso en tus partes íntimas.
Sentir el latir de tu corazón inquieto,
el calor tenue que emana tu cuerpo y el fuego de tu pasión intensa.
Gracias a estas manos de escribano puedo sostener, sostenerte.
Posándola en tu hombro te digo sin palabras:
estoy a tu lado, no temas, esto lo atravesaremos juntos, no estás solo, tú puedes, nada es imposible.
Mi mano reposando en tu codo mientras caminamos juntos, te dice a gritos silentes:
eres mi sostén, eres mi esperanza, eres importante, eres mi razón y fuerza interior, eres con quien quiero compartir lo que me resta de vida.
Manos fuertes y débiles a la vez, capaces de enjugar, con una expresión perfecta de respeto, tus lágrimas.
Manos que te arrullan, te acunan mientras duermes plácidamente a mi lado.
Manos, fieles custodios de tus más íntimos secretos.
Me permiten acoger tu entrega generosa, arrancándote gemidos profundos de placer.
Manos capaces de proteger; de resguardar en la noche insomne.
Refugio seguro en la tormenta, del trueno estridente, del relámpago improviso.
Mantas calurosas y placenteras en los días fríos de invierno.
Fresco aire en las tardes calurosas de verano.
Tus manos y mis manos, unidas, alas fuertes son para volar hacia la libertad.
Te amo.