Don Juanito Pérez y Pérez, más gallego que un parral, llego a sus 90 años de edad, estaba bien abrigado pues la temperatura oscilaba en los 13 grados y a las diez de la mañana no aparecía el sol. Sentado en el pórtico de su casa, saludaba constantemente a los vecinos, a quienes en mayor parte conocía, y meditaba con un poquitín de nostalgia que un porcentaje muy alto de la población de la ciudad, nunca ha vivido en el campo, ¿Qué van a saber los de la ciudad de las distintas formas de cultivar la vid?, pensaba, solo me centro en el cultivo en parrales, pues considero que es la forma más adecuada de cultivar la vid en un huerto familiar.
¡Familia! Padre de 11 hijos, viudo hace cinco años, la especial alegría de este tercer domingo de adviento se le nublada un poquito pues, con él, solamente vivían sus dos hijas mayores que se habían quedado solteras, con la excusa de cuidar de el, los nueve restantes, cada uno con su familia estaban radicados en diferentes sitios de Orestes. Y no debido a su edad, dependía económicamente de la ayuda que con gusto (ya estaba habituado a vivir con modestia) los hijos le procuraban para que no le faltara nada. PERO A EL LE FALTABA la presencia de ellos, y así se los había dicho en varias ocasiones.
Dentro de diez días será la Navidad, se decía mientras veía la algarabía del consumismo de los habitantes de “Atrio” sus hijas se esmeraban, un poco más de lo normal, en el arreglo de su casa de piedra, pues en Galicia,las casas tienen una composición concreta (granito, gneis,pizarra, caliza, arenisca) esto depende del ámbito litológico en el que se encuentre, se extiende por una franja periférica que para él siempre ha sido motivo de orgullo.
Pasan los días y los patios bien barrios, la casa adornada, una gran mesa pre-preparada, llena de una inmensa emoción a Don
Juanito que ya intuye que será visitado por alguno más de sus hijos y el como buen cristiano se decía orando “QUE GLORIOSO ERES SEÑOR” pues cada noche que pasaba era más grande su alegría… Llegó el 24, y como todos los días salió a sentarse al pórtico a ver pasar y saludar a sus vecinos, vestía ropas nuevas, la jarra de vino perfumaba el ambiente, los jamones bien aderezados y al centro de la mesa: Uvas negras, rojas, verdes,
todas con corazón de miel.
Principia a caer la tarde y totalmente satisfecho con la vida, da gracias a Dios al ir saludando, no a uno de sus hijos que llega con toda su familia, sino a otro y otro y otros más. TOTAL por primera vez en muchos años están sus once hijos para darle el abrazo navideño, está que no cabe de felicidad, el número de familia sobrepasa el medio centenar, se preparan para después de rezar UN Rosario llegar a la mesa. Don Juanito sentado en su poltrón de cuero de chivo, está feliz, su mirada con un brillo esplendoroso, sin mediar palabra, pasa una lista a todos sus hijos, y sonriente cerrando sus ojos da Gracias al Altísimo, su sonrisa no se apaga, murió, LO REVENTÓ LA NAVIDAD.
Dr. Rafael Mérida Cruz-Lascano OFS
“Hombre de Maíz, 2009”
Guatemala, C. A.