Allí estaba, y me la encontré,
una mujer única por querer
unos labios que hacían mar
hasta la costa de mi quehacer
Allí estaba, y me la encontré,
no sabía mi boca qué hacer;
rompí su boca contra la mía
como ola enfurecida de ver.
Allí estaba, y me la encontré,
unas manos tibias de querer;
formaron un nido tan bello
que mis dedos querían beber.
Allí estaba, y me la encontré,
tan bello sismo de esa mujer
que se rompió la tierra en tres
y al final con su corazón quedé.