Anuncio, sin pena ni quejido, que acabo de morir ahora
ya no importan los versos alegres, lisonjas ni halagos
triste, mi alma desde arriba de este pobre cuerpo llora
aún así, desarraigado de mi suelo, intento amagos.
Anuncio desde esta empobrecida alma penitente
no necesitar más cumplidos de fingida tristeza
Ya que he visto por decisión conveniente
Alejarme regalando a precio de nada mi cabeza.
Ya no habrán más alborotos no ruidos, ni nada
Solo olor a muerto, a sagrada y respetable necrosis
Repito, mi alma ha sido por propia voluntad arrancada
Porque ingresó tiempo atrás en vulgar anaformosis.
Varias siniestras manos al mismo tiempo atacaron
mi piel, ingresaron a vísceras y volumen de líquido vital
Dejaron sin mínimo aliento, se abalanzaron
Dejando todo mi sistema en frío glacial.
No hay, ni deben haber penas, lágrimas ni lamentos
ya fueron suficientes las tristezas ahogadas en miseria
hubo de todo, pero sobre todo miles de tormentos,
y todo se juntó ahora en esta fiesta funeraria seria.