El poema se busca
en el rincón más olvidado,
en el tarro del mendigo
o el último asiento del bus,
en la mesa de botellas
del bebedor solitario,
el poema se esconde
entre las mantas del enfermo
que te recuerda de un mañana
sin mañana,
la métrica del misterio
sin preguntas que valgan.
¿Sabías que el poema
está bastante enajenado?
Hubo una lobotomía
-eso antes-
antes
de que se pariese el poema,
antes de que se creasen
los recuerdos.
Cuando nacen los versos
son invisibles al tacto,
son esas hilachas del alma,
que parodian telarañas
y, entonces, hacen un poema
que se esconde
allí
en donde no irás a buscarlo.
En lo más oscuro
la luz
y el poema.
A veces es urgente
reivindicar la esperanza.