Borracho de tus recuerdos,
que se esfuman poco a poco,
como el sol,
en este juglar de cuerdos,
donde me tocó ser loco,
por amor.
Soñábamos como lerdos,
alargar algo caduco,
sin sabor,
rompiste un millón acuerdos,
como gesto inequívoco,
no fui yo.
Las miradas al caernos,
el pensamiento disléxico,
se acabó,
la embestida de esos cuernos,
deberías ir al médico,
concluyó.
Corazón en los infiernos,
pero al que nadie educó,
con razón,
tan seguro de vencernos,
en su palpitar de cuco,
el dolor.