Marc Tellez Gonzalez

Amada mujer.

 

 

Mujer emergente, amada sobriedad de quietud eres tú, danzante tu cuerpo al caminar, suspiros involuntarios marchan fuertemente ha la soledad.

 

Visita de cónyuge ardientes nocturnos tan llenos de ti.

 

Estelas radiantes veo en tus ojos, como el cobre que brilla en la piel de tu desnudo cuerpo, fragilidad de mujer, fragilidad de tus manos finas como las cuerdas del chélo.

 

Mi almohada es tu pecho, cobija tus brazos, renuente e imponente, mi alma esta triste cuando no la mimas.

 

Eres la melodía que canta en mis tristezas, para ahuyentar mi congoja que opaca mis días.

 

Cisne, ave de seda, norte, sur que sé yo; sitio amado cuando tu lo invades de amoríos que tocan mi alma e invaden mi corazón.

 

Así eres.

 

¡Tierna tarde!

 

¡Madura noche!

 

Celeste y hambrienta de amor, de mi tu ilusión.

 

Como caen estrella en lluvia, como cae tu amor en el alma habitando todo mi corazón.

 

Tus manos son una especie de mapa, que guían mi existencia ante todo destino, destino hambriento de encontrarte hasta el último día de mi existir, de mis latidos.

 

Almendrado es tu aroma, ciruelo maduro tus labios, tu boca.

 

¡Oh! Mujer que te disuelves como la sal en el agua sobre mi cuerpo.

 

Déjame ser eso que añoras del tiempo, déjame ser el fruto que sacia tu mas grande apetito, para llegar a ser como tu eres en éste momento, momento en el tiempo, momentos de mi, momentos de nuestro tiempo.

 

Amada mujer, mi querida esposa.

 

 


Marc Téllez González.