Golondrina peregrina,
ave pequeñita y divina,
esquivas lo que se mueve
y en las cornisas anidas.
Eres el terror de los insectos
por tu gran voracidad
los persigues sin descanso
y sin ninguna piedad,
y cuando a tiro los tienes
les es imposible escapar.
Rápido como el rayo eres
y moviéndote con una presteza,
que no hay en la Tierra un ave
que a ti se te compare por
tu simpatía y nobleza.
Tu rasante vuelo y
los cambios de sentido,
hechos con elegancia y estilo,
se parecen a esos cazas
persiguiendo a un enemigo,
para lograr interceptarlo
antes de llegar a su objetivo.
Nunca se podrán comparar
tus vuelos y devaneos
con los otros voladores
que observamos en el cielo,
haciendo esas cabriolas
o en formación
en busca de un sitio nuevo.
Con esa forma aerodinámica,
pico corto, ancho y puntiagudo,
y tus alas afiladas
como el canto de un escudo;
cuello corto y patas con uñas ganchudas,
con las que agarrase bien
en paredes y cornisas desnudas.
Habitando las tenemos
en campos, praderas y charcas,
además de en nuestras calles
por las que controlando vigilan
con sus vuelos primorosos,
a todos esos insectos
que las esperan ociosos.
Golondrina marinera
que de puerto en puerto vas,
no tienes alas o garras
para poderte agarrar,
tan solo en algunos lugares
como barquito chiquito
a ti admirándose está,
llevando a esos pasajeros
de un puerto hacia otro lugar,
meciéndote sobre las olas
con tu lento y feliz navegar.
joanmoypra