Ésta, mi tierra adorada,
llena de historia y basta en riquezas,
con bases pluriculturales,
con gente entusiasta
que trabaja al sol.
La mitad de un milenio
ha sido pillada,
la riqueza de la tierra
y explotados los hombres;
por pseudolíderes ladrones,
que viven en la holganza,
aprovechando la nobleza
de esta gente buena.
Se ha llegado al límite
de la desvergüenza,
me duele mi país
que está empapado en sangre;
donde en la inmundicia
arrojan los cuerpos,
de inocentes y ladrones revueltos.
Heridas en la tierra
que apestan a muerte,
que son el escondite
de la impunidad.
Sangre que escurre
sobre la justicia,
en las instituciones
y la sociedad.
La muerte es tan normal
igual que la venta de drogas;
posar con pistola en mano
es lo que se tiene por nefasta moda.
México muere,
de hambre y por balas,
mientras los ladrones
de la falsa realeza,
viven de la holganza
en costosas mansiones.
Son dueños de palacios,
comen como dioses,
quitando el sustento
al pueblo que poder les dio.
Horda de rapaces
aves carroñeras,
que nos matan de hambre
y desesperanza;
y no conformes
con parasitar,
envían policías
a rociarnos de balas.
Rematan la soberanía
a quién mejor les pague,
hurtando el futuro
de varias generaciones.
No son cuarenta y tres
los que hemos perdido;
son miles de familias
que guardan su duelo;
más mi gente,
y me duele verlo,
ven sólo deportes y telementiras,
sólos se amarran su velo.
Sufrimos de violencia,
injusticia e impunidad,
donde políticos y criminales
se roban nuestra dignidad.
Espero que despierte
ésta nación mexicana,
y acabe con los que promueven
el cáncer de la corrupción;
en una revolución pacifista,
luchando con sufragios,
porque estamos hartos
de pobreza y muerte.
Alberto Morales Ureña
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