Fantástico lugar es este museo,
baste decir que al pie de un castillo,
rampante ruge un dragón chino,
y mas arriba a San Jorge veo.
Una balsa de bidones reciclados,
un obrero de cartón pintado,
la historia contada de un martillo,
la foto sonriente del caudillo.
Este museo tiene ángel, tiene alma
y trasunta una esencia de azares,
mezclado con té y aceite de motores;
Atilio vela por allí, divertido,
por siempre salvado del olvido.
Y mezclado en el viento surero
aroma de sal y de cereales
susurra con ruido de metales
su historia Don Pedro Caballero.