domingo tavarone

Isabel

He tenido que llegar hasta aquí

para que se me revelara la belleza de tu nombre.

Isabel.

 

Ciega en el laberinto de los signos,

balbuceante en la voz de la palabra,

extranjera en el uso de los usos,

arrojada a lugares ajenos.

Isabel.

 

Comienza como una astilla de hielo

en las mañanas congeladas.

no la detienen espinos, rayos a pique,

arenas de enero, nieves de julio.

Isabel avanza, siempre avanza.

 

Al centro es redonda como caldero de cobre,

cálida como pájara afiebrada,

simple como animal domesticado,

pródiga como quien nada tiene.

Isabel cuida, siempre cuida.

 

Al final toma el vuelo de los que parten,

recoge las manos pequeñas,

amasa de abundancia la mesa,

regala su saludo al que pasa.

En su silla de paja, Isabel espera, siempre espera.

 

He tenido que esperar a este momento,

para que el resplandor

me revelara la belleza de tu nombre,

Isabel.

 

Isabel,

el nombre de mi madre.