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Tlajomulco

Tlajomulco,
población tan antigua
tan rica en cultura,
repleta de historias
y de tradición.

 

Folclórico pueblo de casonas soberbias,
custodiada hace siglos por la bola del viejo;
cerro que vigila la imponente laguna
a quien alimenta de sus escurrimientos.

 

Has tenido nombres de santos y generales,
perteneces a la urbe, la ciudad capital,
más no has perdido tu esencia de pueblo,
ni la gentileza propia de tu gente.

 

Se mezcló el linaje de los naturales
con forasteros que asentaron aquí,
adoptaste multitud de hijos,
a todo cuanto de tu pozo, su agua bebió.

 

Ahora albergas los sueños de miles,
que duermen en tu suelo, bajo tus estrellas,
respiran tu aire y contemplan tu cielo,
hoy eres el sitio donde está su hogar.

 

Tierra de personas cálidas y amables,
pueblo hospitalario de brazos abiertos,
gente que trabaja y comparte su miés
y que agradece al cielo por su providencia.

 

Las blancas torres que adornan tu cielo
se vislumbran de lejos al bajar la cuesta,
al venir por el puerto o de San Miguel,
hasta este rinconcito rodeado de cerros.

 

El padre Flaviano debe estar contento,
pues dejó a este pueblo un majestuoso templo,
ya sus torres se encuentran completas,
y a cada mañana, soberbio surca los cielos.

 

Las aguas termales que emanan de tu pozo
riegan los pastos de tu plazoleta,
y brota en las fuentes para hurtar miradas
de los forasteros y niños curiosos.

 

Los arroyos que atraviesan tu corazón,
la piedra lisa, las peñitas y la cruz del cerro,
formarán parte de tu gran cultura,
así como los tétricos cuentos de tu cementerio.

 

Así como el recuerdo de manadas de chivas
y de los carretones jalados por burros;
cuando las calles lucían empedradas,
y se conocían por nombre todos los vecinos.

 

Semillero de músicos ejemplares,
cuna de mujeres hermosas,
tierra de personajes y leyendas macabras,
donde la Inmaculada es dogma de fe.

 

La Patrona se celebra con algarabía,
al abrir el alba, rompen el silencio,
cuetones que dan inicio a la jornada,
donde se venera a la Reina del Cielo.

 

Parten o arrivan peregrinos volando,
otros van rodando cruzando en tu tierra,
y otros caminando llegan
a ver a la Virgen o a los Santos Reyes.

 

Eras tierra de productores primarios,
hoy eres de industrias, comercio y vivienda,
tierra bendecida con gente incansable,
que enseña, produce y crea.

 

Manos de artesanos dan vida a sus obras,
adornos de lujo o piezas de cocina;
el arte del ladrillo o elaboración de pan,
o los dulces típicos, de esta tierra linda.

 

Alberto Morales Ureña

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