Una noche más… Mi bella dama.
La noche cálida y serena sobre mis sentidos…
Mientras no necesitaba más abrigo,
Que el corazón mío…
Cuando la belleza invadió cada rincón de mi alma
Cuando la mirada se llenara de toda la calma,
Del más grande gesto de amor…
Vi tus ojos, vi tu rostro… toda tu belleza mi amor,
Cuando no pude parar de pensar en vos…
Otra noche tan lejos de ti…
Mi bella dama… puedo jurar que te sentí,
Atravesar la distancia pasajera dentro de mí.
Imaginaba aquel gran salón rindiéndose
A tus pies…
Derritiéndose de la belleza que lo atravesaba…
Mientras los huracanes de gloria pasaban
Frente a las luces de mi mente,
Mirándote la vida que era frecuente
Delante de mis ojos…
Cuando una vez más miraba tu armonía
Esa sonrisa increíble en tu rostro de seda,
Y como de alguna manera
A través de las estrellas que adoraban
El canto inmortal de volver a mirarte
Has convertido en arte…
Todo aquello que tanto anhelo,
Besarte de cuerpo entero…
Una noche más… Mi bella dama,
Donde no hay muro en las palabras
Que deliran de grandeza ante tu nombre,
No hay hombre alguno en esta tierra
Que resista tanto encanto todo junto…
Mientras mi locura por verte bajo la sierra
De tus ojos bellos,
Imploran todos mis sentidos
En un mismo destino…
Tus labios, el más bello abrigo
Para el corazón mío…
De cuerpo entero frente a las luces
De mis ojos…
Esa imagen penetrando hasta el alma,
Cuando no pude parar de mirarte un instante
Cuando el pensamiento se desangraba
A cada segundo consumado,
Cuando el caballero tan amado
De mi corazón que explotaba por dentro,
Pude volver por aquel bello desierto
Que añoran las arenas del tiempo
Cobijando la luna hasta tú aliento…
Ese perfume sagrado que encuentro
A lo lejos en mi destierro…
Una noche más… Mi bella dama,
Bajo las colinas que ondulan tu cuerpo
Mientras tus largos y bellos cabellos
Recorren ese manantial en tus hombros,
Mientras tú hermosa figura latente
Detrás de los escombros de mis días
Salen a relucir esta pequeña alegría
Que me da esta vida…
Cuidarte desde lejos en mi agonía
Por quererte salvar de la rutina,
Mientras dibujo aquellos pequeños espejos
Hacia la libertad completa…
Y desde el cielo regalarte un cometa,
Que brille en mi oscuridad.
Los brazos en jarra de cristal
Bajo un bello corcel negro
Sostienen tu bella humanidad,
Los dioses de la noche no conocen de piedad
Mientras mi corazón late en la oscuridad,
Mientras mi vida se detiene una vez más
Cuando te vuelves todo un carnaval
Para los sentidos a flor de piel,
Ya nada es natural…
Es un regalo del cielo, ella es angelical…
Mi bella dama, una noche más.
Y así quizás ya no pueda parar
De mirarte una vez más…
Mientras no puedo dejar de sorprender
A la incrédula verdad
De todos los planetas…
Hermosura más allá de todos los cometas,
Que brillan en tu rostro de plata
Mientras tu cintura me mata…
Tus manos acarician mi mirada,
Tus piernas la dulzura salvaje
De volver a creer en el infinito…
En la vida después de la muerte
Y desde ese enorme latido frecuente
Que palpita en el corazón
De este viejo poeta…
Quise dedicarte mi vida entera
Y de qué manera… el alma me llenas.
Christian A. C. Vázquez