tigre blanco

Una reflexión triste

Me cuentan los suspiros de la vida, los momentos del alma dolida, que para, mi madre cuando yo nací fue claro el día entre noches de oscuridad.

 

Cuando vi la luz y su rostro todo cubierto de lagrimas y lodo, fue para mi lo mas hermoso, me retuvo entre sus brazos tratándome de calentar contra su cuerpo adolorido para que no me muriese de frío, entre exclamaciones de sonidos de cansancio oía que me cantaba, mas yo no entendía el por que lloraba.

 

Y así fui creciendo y mi padre menos viendo, yo jugaba con demás niños, aun así con hambre y dolor no me importaba y veía de lejos que mi madre le pedía a la gente que pasaba, jamás de ella lejos me encontraba, le preguntaba a mi madre: “Madre ¿Porque tengo hambre? ¿Que hay de comer?” y yo veía que ella siempre lloraba acariciándome la cabeza diciéndome: “Mi niño, mi esperanza resurgida, no temas, ya comeremos”.

 

Yo me la pasaba casi desnudo, con hambre y sin faltar sucio pero no me importaba por que tenia a mi madre, sabia que ella me protegería cuando tuviese miedo, me cuidaría y me guiaría. Cuando tenia miedo a la oscuridad ella me decía: “Tranquilo mi niño, mi esperanza resurgida, yo estoy contigo” y eso me consolaba.

 

Era una noche fría y yo veía a mi madre desde hace días que mucho tosía y que le costaba caminar, pero esta noche recostados entre cartones a la orilla de una casa mi madre no se podía levantar, yo me quedaba a la par de ella diciéndole: “Mamá, levántate, quiero jugar contigo” ella entre lagrimas y con una caricia me decía: “No puedo mi niño, mi esperanza resurgida” y tosía y tosía y mas le costaba hablar, me quede a la par de ella y me cantaba entre caricias, queriendo sentir mas su calor mas la abrazaba, ella, ella me dijo: “hijo, lo siento, lo siento por no poder jugar contigo, ten esperanza” y yo le decía: “Madre levántate quiero jugar contigo”, ella me miro a los ojos fijamente y me dijo: “Ven, ven, quédate a la par mía, mi hijo, mi niño, mi esperanza resurgida”. Y me quede a la par suya, me abrazo fuerte y me decía: “Mi niño querido, mi esperanza resurgida, mañana jugare contigo”.

 

Me desperté por el ruido de los autos y vi a mi madre que no se movía y yo la trataba de despertar diciendole: “levántate mamá, quiero jugar contigo” mas no veía que se despertaba, ni siquiera que se moviera y yo le gritaba diciéndole: “Mamá levántate, tu me prometiste que hoy jugarías conmigo, mamá levántate, vuélveme a decir tu esperanza resurgida, mamá, mamá, mamá, ¡Mamá!

 

Mi madre, mi mama amada, siempre me enseñaba a ser humilde, me protegía, me cuidaba, a levantarme cuando caía, hoy, hoy tengo que seguir sin ella y encontré una nota que decía: “El hambre en el viento pero yo siempre te quiero” ahora mayor lo comprendo.