Raúl Daniel

Me gustaría consultarte (Espejo 45)

 

Me gustaría consultarte,

conocer tus pensamientos,

no tanto tus sentimientos,

sino en que cosas razonas,

ya que estás en el nivel

de las que llaman “señoras”.

 

Ya tienes más de cincuenta,

pero aparentas cuarenta,

(meta masajes y cremas,

cirugías y otras yerbas),

vas al gimnasio y te “matas”

conservando la silueta.

 

Hoy vas a ir por el shopping

y al salón de belleza,

comprarás lo más que puedas,

aprovechando que el “gil”

te renovó la tarjeta;

también hablarás con Carlos,

pero desde una cabina;

si te revisan el “celu”

¡no quieres que haya sorpresas!;

muy bien te enseñó tu mamá

a usar la inteligencia,

(en el mundo nada cambia,

desde la antigua Cleopatra:

especulación y guerra).

 

Quisiera que recordaras

esa historia algo vieja,

de cuando estabas de novia,

con el que ahora trabaja

tanto en ese negocio

que prospera y prospera

(y también paga tus cuentas);

¿recuerdas que te decía

que aunque era pobre tenía

esperanza y muy buenas

ideas en su cabeza?,

¿tampoco habrás olvidado

que solía llevarte flores

y te escribía poemas?

 

Anoche llegó cansado,

apenas si se bañó,

tampoco quiso la cena

y a la cama se tiró,

(¡que aburrido te resulta

ahora que tiene sesenta!)

 

Tal vez el vestido calado

resalte más tu silueta,

¡por supuesto!, tacos altos,

¡ah! con esos pendientes de perlas

que te “hacen” más “pendeja[1]”,

y que enloquecen a Carlos,

(moreno, de apenas treinta).

 

Yo quisiera preguntarte,

por esos sueños románticos,

que pensaban concretar

cumplidas algunas metas:

¿Cuánto hace que no lo hablan?,

¿será que él tampoco recuerda?

No te quiero molestar,

pero hay cosas que no entiendo:

tu hijo siempre ocupado,

o visitando a su suegra,

con su esposa... con sus hijos,

tres, que te llaman abuela,

que a veces preguntan por ti,

(uno ya va a la escuela).

 

Tú hijo no habla de ti,

¿será que le das vergüenza?,

tal vez ya todos lo saben

y sólo tú no te das cuenta,

en el gimnasio te ven

riendo con Carlos y otros,

tus gestos son elocuentes

cuando a tu esposo desdeñas,

(hace mucho que cayó

tu mal atada careta).

 

¡Sería bueno que miraras

tus ojos, cuando te peinas!

 

 

[1] Joven (regionalismo)