Silencio, aquí muere sangrienta lira,
desesperada desvanece un trino,
silencio, aquí tu libertad respira..
aquí tu adiós gris remeció el camino.
Silencio, aquí tu sol huyó en mi mano
y, fugitivo del amor implora
¡piedad! al verme de voz tan lejano,
mas de tus ásperos murió la aurora.
Exclamaras «¡Eres culpable inmerso!»
la metafísica fugaz del verso
resbalará en el poyo de los novios;
suenan campanas de los mil instantes
tuyos y míos, supultando amantes
cual procesión plagada de microbios.
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John Morales Arriola