Sentado estoy
A la vera del camino,
Aquel que orlaste con aromas;
Las flores azules que al pie,
Dulcemente tú sembraste,
Ahora adornan esta tarde
De cielo enrojecido,
De cielo ardiente,
De fresco amante,
Con aromas azules,
De las bellas flores que sembraste.
Llevo entre mis manos,
El pañuelo de seda que me obsequiaras,
Y recito en silencio,
El poema de amor que te gustara;
Miro el labrado de mi nombre,
Que en aquel pañuelo tú bordaras,
E imagino tus tiernas manos,
Hilvanando con tu amor,
Mis letras dibujadas.
He pronunciado tu nombre,
Y las flores azules que sembraste,
Dulcemente, me obsequiaron sus aromas,
Aromas de tu recuerdo,
Y del poema que te recitara,
Aromas de tus manos,
Que dulcemente acariciara,
Aromas de tus labios,
Con tibio sabor a las mañanas.
Hoy me encuentro sentado,
Escribiéndote una carta,
Y en cada una de sus líneas,
Tus dulces flores,
Sus aromas me regalan.
Hoy te pienso más que nunca,
Hoy te amo más que ayer,
Hoy te escribo aquella carta,
Y a la vez te declamo aquel poema,
El poema que te gustara,
El poema, que palabras dibujara,
Es un poema como todos,
…Como todos, los que te dedicara,
Donde resalto que Te Amo,
Y donde insisto…
Que las bellas flores que sembraras,
Son dulce consuelo sin palabras,
Tomando el tiempo y esperando
…Que a mi vida regresaras.