¡Los viejos somos la ostia!
Los jóvenes, nuestros hijos,
sean progres, sean pijos,
estarán todos canijos
pues vivirán de la agostía*.
Y en su triste desconsuelo
se acordarán de sus padres
cuando ya estén en el cielo
y aun también de sus abuelos
por dejarles este suelo
tan llenito de descuadres
y vacío de alimentos.
Llegarán malos momentos,
si no hay nadie que lo evite.
Por dejarles sin sustento
provocarán juramentos,
maldiciendo este convite.
Cual sombra de medianoche,
la generación del pico
¡pobres chicos del derroche!
gastamos a troche y moche
y endeudamos hasta el coche
como si fuéramos ricos
entregándose al azar.
Dicen sabios del lugar
que el que venga atrás que arree.
Vamos sin miedo a gastar
que a otros les tocará a pagar
los destrozos que acarree
la ruina, ¡que no te asombre!
Irresponsables, La herencia
huérfana está hasta de nombre
Víctimas de esa inconsciencia
-de insensatez vive el hombre-.
han de suplicar clemencia
o aun trocarse en alquimistas.
¡Malditos los prestamistas
al igual que a los prestados,
los que el ajuar han jugado
en letras a mil años vistas,
dilapidando el pasado
que les dejaron sus padres!
Políticos imprudentes,
de mollera un tanto escasos
fuisteis los locos payasos
traicionando a tanta gente
Vuestra herencia ya no miente
¡solo les dejais fracasos!