La mirada se volvió hacia esos detalles del Altísimo. Las aves aparecieron en el cielo, en las ventanas, en los árboles. Los niños se acercaron, dejando el aroma de un abrazo. La alegría de vivir, vino vestida de risas y canciones. El caminar se encontró con cada amanecer que fue quitándole el velo a los árboles y a los seres que coexisten en tu plano. Es otra prórroga, pigmentada de amor, de luz y armonía.