Brillaba desde la oscuridad la armonía del velero,
se confundía en el manglar y encayó muy lejos en otra costa.
La luminiscencia de voz, la impecable manera de pensar...
y vino hacia mi. sin pedirlo, vino a mis brazos.
Un conejito y una gatita se conocieron por un gato común.
la una le salvó la vida al otro, y juntos, de las manos
fueron a confundir sus zapatos con llaveros de buena suerte...
Ella vino hacia mi, y mis ventanas estaban de par en par.
También hubo invierno, y le pinté un bosque sonriente;
le até los zapatos a sus pasos, le puse mi hombro una que otra vez,
y sacudí un árbol empapado de lluvia, que luego del témpora
se hizo lluvia otra vez. Entonces me abrazó.
No es la primera vez que se confunden conmigo.
Albergo una lealtad siniestra y no pierdo tiempo en el odio.
Soy un conejito blanco que buscó comida lejos de casa...
Soy un conejito que abrió sus brazos a una gata
que vino a mi. que vino hacia mi.
Blas Roa