Sus despeinadas trenzas el sol con fuego adornó,
su danza tan sútil,
sus pies desnudos sin rozar
las asustadas margaritas
Por la luz del sol como nieve se derritió,
vestida en encantos de gasa fina,
mis deslumbrantes ojos bruscamente despojados
del banquete de su seductora figura
Su reaparición con paciencia esperaba,
en vano,
había subido un rayo de sol
llevándola de donde se vino
Su paradero nunca encontré,
los luceros de la Vía Láctea me lo negaron,
pensaba a veces haberla visto,
me engañaron estrellas fugaces
Todavía con sus suspiros me burla,
llevados por las ráfagas traviesas de otoño,
susurrando en el estremecimiento de los árboles
exponiendo aún más sus desnudez