Mis ojos se cierran, las luces se apagan.
Desde los cristales de mis dos ventanas
la lluvia se asoma mostrando sus canas,
preñadas de hielo lágrimas resbalan.
Exudan susurros en la masa gris de mi campanario,
por una rendija rezumando ayes de mi sacristía,
soñando las letras todas una a una de un abecedario,
llantos cansinos, aires apagados, por fin muere el día.
Tiritan los chopos de mi inquieta mente,
sus aguas tranquilas reposan dormidas,
todo está callado, el silencio está inerte
como en la acuarela la bruma respira.
Camino sin rumbo casi dormitando entre las tinieblas.
Mi pertinaz fuente canta, gota a gota, una melodía,
un manto se extiende sombrio que va arrebujando la niebla,
agachada por entre los silencios la luz se escurría..
Desde mi acetato diviso fantasmas
albinos, en calma, cenizas al viento,
en su cementerio pululan las almas,
lagunas desiertas de mi pensamiento.