Suelen ser psicodelicos los recuerdos de la musica que el unisono hace sonar en el silencio de la mente, que revela su dimension en la belleza de la experiencia personal cuando los soplos del viento acarician las sienes en las mañanas mas inesperedas por el pensamiento que saben tocar los pies de Dios sin que ambos seamos dos.
Uno con el viento en una mezcla nebulosa de sensaciones que devienen en la existencia por encima de los sentidos como un beso de vaivenes que cautiva los labios mientras se mezclan saliva y aliento; abriendo los poros al unico sonido detras del tiempo y relegando el espacio a una mera ilusion en que la distancia no tiene sentido y el alma es una con el cosmos. Separando la conciencia con los pies sobre el piso mientras se transmuta la sensibilidad en el rajá de los sentidos que acaricia el alma del individuo solo hasta donde la vista le permite ver y a veces mas alla de las paredes cercanas y la tierra mas lejana sin la evocacion del recuerdo de su alma.
Asi en las mañanas en concordancia con la divina sinfonia que propone el silencio y mientras el \"Ahtman es Brahman\" en un segundo eterno de la existencia individual todo parece tener sentido.