Desde el principio
sabía que tenerte en mis manos
sería una utopía terríble.
Sabía que te amaría
como el café de las cuatro.
Te convertiste en el amplio
espectro de mis expectativas
cuando habitaba la soledad;
eras viento en marea,
un sol que reía,
eras mi trago de vida.
Aun no entiendo la sequía
que habita mis libros cuando
menciono tu nombre.
En Definitiva:
dejaste un vacío a tu paso,
cuando resolviste
partir del entorno que te abrazaba,
dejando este profundo y ambivalente
dolor sin sitio en el pecho
que solías llamar \"hogar\".
apenas sí contengo el resuello
pensándote cuando pienso en Alicia,
once meses fuesen sido vastos
para once años de espera.
sin embargo partiste antes,
te escuchas poco,
se oyen los chasquidos de un fantasma
cada cuanto que veo tus cartas.
Ya ni siquiera disfruto
del café de las cuatro.
bien, desde siempre lo supe,
de una u otra forma
el amarte sería
una muerte silenciosa,
cianuro por tragos;
desde un primer día supe
que serías una dulce y amarga
pero muy amada
terrible utopía
para mis manos.