Levanto la mirada
y observo,
un millón de estrellas
y entre todas ellas
brillas sobre mi cabeza.
Y que bueno
ser el primero en darse cuenta
ser el primero en mirarte
y ver esa luz que tu llevas.
Esa luz que me guíe,
que ilumine mi camino,
que espante el miedo
que este vuelo levante,
que, de cualquier manera,
me lleve a la misma parte.
Que me haga preguntarme:
¿Qué es más importante
que alcanzarte?
Perseguirte eternamente
y luchar por cada destello
que me mandes.
Y, finalmente,
así me susurres:
yo también te observo,
muévete conmigo,
vayas donde vayas
sígueme con la mirada.
Y brillaré mi luz en ti.