Qué será que no fui yo,
el ahogo terminó con el naufrago
mientras al borde la isla buscó,
déjenle morir de sed
a la merced del agua y la sal.
Fueron trescientos sesenta poemas que escribió
para llenar trescientas sesenta botellas que no encontró
el sol le comió la piel
y sus ojos verdes oscureció.
Quizás no existió barco alguno
todo pudo ser un sueño
donde fue esclavo
o fue la locura de la angustia que lo clavó.
Tuvo en sus manos cien especies de peces
a los que comió al crudo de los meses,
hizo una cama de escamas
y cascabeles con almejas atadas a unas tablas.
Melodías de percusión…
se dedicó al ritmo y las letras
era más hombre de lo que era en su prisión,
recostado ciego sin reglas.
Le encontré sin tinta y gritando
nunca le vi tiritando
estaba firme siguiendo navegando.
Por abajo estaba mirando,
él seguía naufragando, la historia se está contando.
Él recitando
yo anotando
él buscando
yo encontrando
él era el naufrago pero yo el equivocado.
Él viviendo
yo soñando
así siguió, así seguí
yo enamorado
él amando...