Dije mi casa
y blanqueé las paredes,
lavé los pisos.
Antes había dicho
una familia.
Dije amigos
y abrí las puertas,
puse más sitios en la mesa
y en el fuego el café.
Más tarde dije hijos
y preparé mi vientre,
ajusté los relojes
y los engarces
de todas las sombrillas.
Antes había dicho el amor
y extendido los brazos
como una ciega
como una sonámbula.
He vuelto a decir casa
—antes y después he vuelto
a decir el amor—
he dicho nuevamente los amigos
mientras repaso viejas fotografías
que mis hijos devuelven al álbum familiar
cuando me duermo
al fin.
(GLORIA ELVIRA)