San Lorenzo, 3 de enero de 2008
Estimado Roy,
Sobre el Sida:
Tu pregunta es muy seria e importante: ¿Donde se originó este síndrome?
Por un lado me resulta bastante pesado hablarte de este tema, pero por otro pienso que es absolutamente necesario. Lamento no tener fechas exactas en lo que te relataré, solamente que nos situaremos en las décadas del 60 y 80.
Década del 60, plena guerra fría. Los estados europeos más EE.UU. se debatían por la hegemonía mundial, capitalismo versus comunismo, o se era de un bando o del otro (en otra te hablaré del tercer mundo).
Tanto los Estados Unidos de Norteamérica como la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas pugnaban en una frenética carrera armamentística; todo valía, armas atómicas, convencionales, químicas, biológicas, etc. Todo terreno era explorado y nada escapaba a ser utilizado como factor de supremacía, se incursionaba en la psicología y parapsicología… hasta en los posibles contactos con extraterrestres.
En el campo de la biología eran necesarios los cobayos humanos… ¿Dónde conseguirlos?, los nazis habían utilizado gitanos, judíos y a quien sabe qué otros. Pero para los EE.UU. no era tan fácil.
Pero había un lugar: las cárceles.
¿Que tiene para perder un condenado a cadena perpetua o la pena capital?… la vida se torna negociable… Si el experimento provocaba la muerte, ¿no se estaba muerto ya?
La mayoría de las pruebas terminaban en rotundos fracasos, no se tuerce así nomás la genética de la naturaleza. Se probaba de todo lo que se pudiera imaginar. Pero casi siempre el Tío Sam debía cumplir su parte del trato y después del tiempo pactado: dejar libre al reo.
A donde (en dicho país) va un reo indultado, un ex-convicto al que no le será fácil reiniciar su vida o lo que le queda de ella, ¡y más en esos tiempos tan prejuiciosos y dogmáticos!, un hombre degenerado por el encierro de años en los que (sabemos) se practica la sodomía, problema irresuelto de todas las cárceles del mundo.
La respuesta es casi una: A las grandes ciudades, donde existen la mayor cantidad de homosexuales de todo el orbe, (se calcula que la mitad de los Neoyorquinos, aunque más no sea, ha “probado” que tal es que “le den por detrás”). Y a estos “hombres” los liberados recurren para ganarse unos dólares a cambio de sexo.
Y fue justamente en las grandes ciudades norteamericanas, donde los homosexuales comenzaron a ser víctimas de SIDA.
Le llamaron la “Peste Rosa” por dos cosas, 1º por ser de exclusividad de homosexuales y 2º por la presentación de las manchas rosadas de la “enfermedad”.
Muchos morían y ya corrían los años 80.
No se les había ocurrido a los “cerebros” que experimentaban, que podría haber una evolución a tan largo plazo en sus experimentos.
Recuerdo haber leído esto en los diarios de la época: Un profesor de una universidad norteamericana y otro de la U.R.S.S. lo denunciaban, claro que muy rápidamente las autoridades norteamericanas se encargaron de desmentir y acallar las voces de la verdad.
Pero la verdad ya estaba en el aire, por más que llevaran la enfermedad al África lo más rápidamente que pudieron, y por medio de monos y prostitutas confundir al mundo.
Todos los cobardes callaron o fueron comprados, la Unión Soviética vencida y punto.
Qué más puedo decirte, cuídate, y, ¡mejor no seas promiscuo!