Surgió de pronto, sorpresivamente,
como al horizonte emerge un barco
en alta mar...
Cuando algunos ya pensaban en su muerte,
él principió a cantar.
De sedentario, se hizo aventurero,
de tímido, audaz...
ya no le detuvieron los vientos,
lo ayudaron a avanzar.
Tomó los rumbos que toman los sedientos,
sumergido en la vorágine de su voluntad,
con su proa apuntando siempre al cielo,
en una mano una flor...
en la otra un as.
Las palabras les crecían en su pecho,
y, dando besos a todos
los que los querían tomar,
hacía una conquista a cada trecho
que conseguía su pie adelantar.
¡Pirata de la vida te tornaste!,
de tanto que te robaron,
te enseñaron a robar,
y, ante tus sueños
auténticos destruidos,
paraste de llorar…
Aprendiste a vivir sueños ajenos,
a hacerte hermano de los desconocidos,
y gozar porque te llamen abuelo,
los hijos de tus nuevos amigos…
Pirata de la vida, del amor, de las ideas,
¡quién te vio y quién te viera!...
canas... dolores en el cuerpo...
y en el alma ¡muchos más!...
cuando algunos esperaban que ya mueras,
¡te pusiste a cantar...!