Gracias por acompañarme
esta noche.
He necesitado
tanto de tu presencia,
que pensé seguiría
estando solo,
y eso más me amargaba.
Me agrada el brillo
que tienes en tus ojos.
Ojos de alegría,
de felicidad.
Ojos de compasión,
de piedad.
¡Cómo me gustaría
tener esa mirada…
llena de vida!
Tienes forma y cuerpo,
pero esos, tus ojos,
me atrapan, no puedo
dejar de mirarlos.
Ellos me acompañan
en esta soledad.
Que ya deja de ser.
Porque me miras,
Y siento como
un escalofrío
en todo mi cuerpo.
Pero no por miedo.
No es un escalofrío
de miedo, de espanto.
Es… de seguridad,
de protección.
Cómo tus ojos
pueden cambiar tanto
mi estado de ánimo.
Te agradezco me acompañes.
Benditos sean tus ojos.
Eterna sea tu presencia
en mi vida.
Sigue junto a mí, acompañándome.
Permíteme seguir
teniendo esta paz interior.
La que hace un momento
no sentía.
Haces un cambio
en mi vida.
Seguro que necesitaba
me miraras, y acompañaras.
Tus ojos realizan
en mi ser
una transformación tal…
que desearía nunca dejes
de mirarme, así…
¿Por qué existe
tanta soledad
en las personas?
Aunque muchas veces
acompañados estemos.
Pero con tu presencia,
es completamente distinto.
No te vayas.
Sigue acompañándome.
Tus ojos opacan mi soledad.
Derechos reservados de autor (Hugo Emilio Ocanto - 26/12/2014)