Tu verso llegó aquel día…
entre caricias en ruinas y trozos de palabras
pero en las solapas del aire tu aliento ya me abrasaba.
¿Acaso fue la poesía un pretexto de nuestras locuras
cuando la palabra sola no bastaba?
Tus poemas respiraron por tus manos
y al respirarme a la distancia … me tocaron.
Desde aquel día…
perdiste los contornos de tu nombre
porque empecé a llamarte sin nombrarte
y pude hablarte desde la ausencia
y borrar el tiempo y la distancia.
Cuando mi poesía te abría a la caricia
llenaste mi alcoba desierta con tu lenguaje
y poblaste mi parque con nuevos ropajes
en nuestras tardes tibias de poemas.
Desde aquel día….
surcaste el paisaje de mi cuerpo
volviéndome poesía en tu madrugada,
y no detuvimos el verso ante la voracidad del labio.
Construyeron el amor tus palabras
en la mansedumbre del río
en la atardecida playa
y en el misterio de tu selva de estío
salvando nuestro mundo secreto…
Desde aquel día que tu verso me alzó en sus vuelos...