Con la total entrega liberada,
se acarician, se adoran y se besan
y alzan oleajes de ardiente marea
que el volcàn de la sangre provocaba.
Es la llama de amantes, pasiòn ciega,
que que en los cuerpos se torna arrebatada.
Vibrante de rumores, llama airada
hasta que estalla, el goce de las venas.
Y entre lunas y sombras placenteras
la tempestad, se agita enfebrecida
con pasiòn carnal, que el mundo altera.
Y en altar, de una cama enardecida
dos bocas, se devoran como fieras,
y se entregan, voraces a la vida.