Y es que somos tan así,
tú tan tú
y yo tan yo.
Que me queda nada más
que nada y todo a la vez.
Nada porque no hay nadie,
y todo porque ese nadie
se llama soledad.
Tú, soledad mía,
que te quedas sin estar,
que estás sin poder verte
pero te siento mucho más.
Tú, soledad mía.
Mía y de muchos, pero
sobre todo mía.
Te amo y te odio,
pero sobre todo te amo.
Tú tan tú, y yo tan yo,
y ambos enrollados
fabricando versos y prosas,
cuentos, sueños e historias,
casi siempre de amor.
Y si no es de aquello,
es sobre lo otro,
tú más que nadie lo sabe,
porque no hay nadie,
ni nada que te pueda reemplazar.
Porque siempre elegiré
que te quedes.
Incluso cuando haya alguien
tú siempre,
siempre estás.