Hoy soñé contigo,
Y pude ver tu piel dorada
Como lámina de amor recién lustrada,
Ver tus ojos chinitos,
Y tú alegre sonrisa…
Hermosamente perlada,
Y pude ver tus cabellos lacios y muy negros,
Como noche mágicamente atezada.
He sentido tu aliento
Como dulce aroma a panela fresca,
Y has endulzado mis ansias,
Perennizando a tu lado nuestras dos almas;
He guardado en silencio
Cada una de tus risas y de tus palabras,
Y las recogeré de mis recuerdos,
Cuando despierto, tú me hagas falta.
Es tan corto el tiempo en que te veo,
Que ni mil palabras consiguen dibujarte,
Y despierto al ver que te has ido,
Aun cuando en tu ausencia, decida yo amarte.
Hoy mis pensamientos se han marchado,
Y contigo se ha marchado mi sonrisa,
Pero en ese lejano lamento,
No diré nada...
Si acaso mis ojos vuelven y te miran,
Con la más nostálgica de mis lágrimas.
Tengo apagadas mis manos,
Y vedadas de decir una palabra,
Dormidas en un profundo sueño,
Están ahora mis miradas,
Pensando que atados mis labios,
Y dormido el silencio dueño,
Podré volver a verte sin pausas.
Hoy tengo prohibido decir nada,
Por temor a despertar las mansas aguas,
Las que me alejaran de tu distancia,
Y me prohíban decir mi palabra…
Te quiero… mi Yamileth amada.
Hoy te soñé despierto… a pesar de que sólo existes en mi alma.