Izandro

Yamileth

 

Hoy soñé contigo,

Y pude ver tu piel dorada

Como lámina de amor recién lustrada,

Ver tus ojos chinitos,

Y tú alegre sonrisa…

Hermosamente perlada,

Y pude ver tus cabellos lacios y muy negros,

Como noche mágicamente atezada.

 

He sentido tu aliento

Como dulce aroma a panela fresca,

Y has endulzado mis ansias,

Perennizando a tu lado nuestras dos almas;

He guardado en silencio

Cada una de tus risas y de tus palabras,

Y las recogeré de mis recuerdos,

Cuando despierto, tú me hagas falta.

 

Es tan corto el tiempo en que te veo,

Que ni mil palabras consiguen dibujarte,

Y despierto al ver que te has ido,

Aun cuando en tu ausencia, decida yo amarte.

 

Hoy mis pensamientos se han marchado,

Y contigo se ha marchado mi sonrisa,

Pero en ese lejano lamento,

No diré nada...

Si acaso mis ojos vuelven y te miran,

Con la más nostálgica de mis lágrimas.

 

Tengo apagadas mis manos,

Y vedadas de decir una palabra,

Dormidas en un profundo sueño,

Están ahora mis miradas,

Pensando que atados mis labios,

Y dormido el silencio dueño,

Podré volver a verte sin pausas.

 

Hoy tengo prohibido decir nada,

Por temor a despertar las mansas aguas,

Las que me alejaran de tu distancia,

Y me prohíban decir mi palabra…

Te quiero… mi Yamileth amada.

 

 

Hoy te soñé despierto… a pesar de que sólo existes en mi alma.