Dejándonos calificar por nuestros deseos,
despojémonos de lo que nos sobra,
demos rienda suelta a nuestros arrebatos.
Que sea el embrujo de nuestras contorsiones.
Que sea la imaginación y el deseo,
el encargado de afinar nuestro delirio
asiéndote el Stradivarius de mi imaginación
acomodando nuestras extremidades cual rompecabezas
encajados por el capricho de nuestras sensaciones,
produciendo melodías al roce de nuestras extremidades,
en re mayor sostenido.
Que el pizzicato de mis dedos en tu cuerpo de violín,
sea la nota más alta que de tu melodía.
Que mi arco al deslizarse con sutileza
sobre las cuerdas de tu diapasón
te haga vibrar en lo profundo de tu intimidad,
escuchando una sinfonía de pasiones
acompañada de la consonancia
de guturales gemidos
y aceleradas palpitaciones
confundidas entre ardientes fusiones de cuerpos
vibrando en un torbellino de contorsiones,
en el desenfreno de nuestros ímpetus,
que servirán de inspiración para colocar la lirica
a los acordes de esta polifonía delirante ,
en la eternidad que dure nuestro encuentro.