Era imposible verla, sus ojos de luna,
que abrían tu corazón en palabras
cálidas como su rostro,
infinitas como mis noches con ella .
Tal vez sólo en las mías
y no las de ella.
Todas las partes de su cuerpo
acechaban mis más puros sentidos
buscaban con lascivia de los dioses
mis ojos de fuego salvaje, y nocturna,
la noche se deslizaba entre nosotros.
Lóbregas mis manos, tiemblan
como las hojas al sentir el viento,
y el viento se ahogaba en ella
y en lo oscuro sentía al sol quemando mi tiempo.