Para que no la torture
la depresión del año viejo
mi mujer se pintó cabello
y se hizo el manicure.
Aunque eso no la cure,
al menos la apacigua un rato,
por eso se compró unos zapatos
bien caros y con estilo
junto a un lujoso vestido
de precio nada barato.
Como ese año ingrato
deprime a mi pobre mujer
salió a comprar también
de oro unos zarcillos
y unos brillantes anillos
con zafiros a granel.
Para evitar la depresión cruel
que la azota de cuerpo entero
arregló sus maletas ligero
y preparó su equipaje
para irse el primero de viaje
en un flamante crucero;
y yo que con mucho esmero
he sido un buen marido,
junto a mis dos bolsillos
después de tal situación
con muy sobrada razón
nos quedamos deprimidos.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela