Suave cae un beso en mi mejilla,
tu mirada retadora se enciende
cual luna llena en la noche más oscura
y se vuelven mis manos veleros
en el mar de tu cuerpo,
y se incendia la noche
en una explosión de pasión
donde no hay heridos,
sólo el placer de perdernos
en la fusión de nuestros cuerpos,
en el penetrante éxtasis
que produce cada roce,
cada caricia.
Y en el filo de la pasión
crece el deseo y la lujuria
y la música del amor
le canta a la noche
una tonada salvaje
que sale de nuestros cuerpos
y se humedece nuestro juego
cuando el placer es infinito
y saciamos el deseo
y quedamos suspendidos
en una caricia, una sonrisa y un "te quiero".