Roquearguellesarevalo

Atid10

Nadie era el mismo de ayer

ni yo, que en medio de nada

la tomé entre mis brazos 

susurré en sus oídos 

la miré fijamente y la besé.

 

Eso me conertía en otro

otro bueno creo

o tal vez el ser 

más despreciable del universo.

 

Que triste era la vida sin ella

que fríos los veranos de mi Lima 

que gruesa se hacía la virga

que sentía golpear mis labios.

 

Mi café de cada tarde

la perfecta bruselina 

amargaban mi paladar,

ella ya no era la misma.

 

Ni yo después con ella,

esa noche fue perfecta

entre palabras tan profundas

y gemidos que legan al alma.

 

Mis manos y las suyas,

los nuestros tan pegados y complementados.

 

Eso me convertía en otro

otro bueno creo

o tal vez el ser

con más fortuna en este mundo.