Atrápame Señor, en tu mirada
y ayúdame a caminar como te agrada,
el camino es largo, pero voy caminando
y limpiando poco a poco mi alma.
No quiero ya jugar más al carnaval,
usando máscara o disfraz,
ha llegado la hora de escudriñarme,
de conocer mi verdad.
Tú eres mi juez y me juzgaste
hace dos mil años atrás,
me condenaste y crucificaste,
y no me vas a volver a castigar.
Pero quiero que me mires
y me digas, si te amé realmente,
o si mi hipocresía llegó a engañar
a mi propia mente.
Atrápame Señor, en tu mirada
y deja que vea, en tus ojos, mi cara;
quiero saber cómo me ves...
¡quiero saber si hay luz en mi alma!