Es de noche, no había notado el frío, no había notado las sombras. Atravesé la ciudad pensando sin hacerlo, vagué derrumbado y llegué a casa, donde solo estoy sin querer estar y al llegar no era yo mismo. No había notado la soledad, ni mi miedo a ella, soy el único que no lo había notado ya.
Al fin cesó el ruido, al fin se calma el mundo cercano a mi y, entre sombras, bajo la noche, rodeado de esa misma soledad, me doy cuenta de cuanto necesito de ti, cuanto te echaré de menos, cuanto iré muriendo hasta verte volver, cuanto no podré esperar antes de correr a ti, cuanto seré feliz de amarte siempre. Cuanto me consolaría estar muerto.