Octavio97

Vos

Te recuerdo.

¡Y cómo me gusta recordarte!

Y explorarte en mi memoria,

así como un niño explora su juguete nuevo.

Y llenarte de besos, de abrazos, de caricias.

Y entregarte así mi vida,

con fantasmas y sonrisas.

Con mis instantes y mi letanía.

 

Te he visto llorar.

Y en tu llanto se quemaban mil momentos.

Cada lágrima caía con la misma fuerza,

con la que cae el sol en el horizonte,

cada atardecer ardiente.

La luz de tu alma, se apagaba.

Y la alegría, ah, la alegría...

Se había marchado de tu mirada.

 

Te he visto sonreír.

Y la luz que emanaba tu ser,

me ha cegado como lo hace el sol en plena tarde.

Las sombras se detuvieron por un instante.

El mundo pareció detenerse.

Ya no giraba alrededor del sol.

Y si la física no lo hubiese evitado,

ah, a tu alrededor hubiese girado.

Y las aguas ya no eran atraídas por la Luna,

sino, por tu mirada.

Que brillaba aún más que el astro,

que acababa de ser desplazado de su cargo.

 

Te vi.

Y el silencio, ya no era cruel, ni molesto, ni estorbaba.

Más bien, se había transformado en un receso,

en un trago de esperanza.

Para dar vida a mis sueños.

Y seguir así adelante con el fuego,

muy encendido,

allí, guardado adentro de mi alma.