Me tomó por sorpresa,
inundando las rocas bañadas de sol,
un saqueo de mis pensamientos.
Paralizado y jadeante,
seguí el rumbo de mis asustados ensueños,
desequilibrados y dispersos,
cautivos en la espuma del río Burate,
arrebatados en una carrera despiadada
para sucumbir finalmente al abrazo abrumador
de las aguas turbulentas del río Boconó.