Arquímedes

Sonría con el corazón.

A tiempos remotos, muy cercanos

llegué a un punto, a percibir los átomos

cómo se expandían y estallaban

frente al laúd, que con sus notas, los sentimientos de mi alma expresaban.

 

Sentado en el pórtico de la mística tierra con la cual soñaba

veía los atardeceres, las mañanas y las noches

colisionar con una bella y singular

lúgubre aura que el cielo llegó a adornar

y es que, para mi mente, ya nada es igual


Hundiste en mi una huella única e irremovible

dejando un trauma en mí, que yo nunca llegaré a olvidar

y es que ahora me parece imprescindible

en ti, todos los días pensar.


Irremisible, para mi mente, es que llegaste y te fuiste

pero, para ti, en éste hondo pecho siempre habrá lugar

gracias a ti, mi Diosa del Invierno, insigne

al hacer contacto con mi memoria, gracias a esto, vivir ahora es un pesar.


Mi mente se exacerba y hierve de tanto recordar

bellos momentos que jamás volverán

pero, créeme que aquí estaré

cómo el idiota que siempre he sido, forjando sueños por placer


Y si alguna vez, insigne señorita

se le llega a ocurrir, en mí, pensar

por favor, dibuje en su bella carita

la sonrisa que a mí, me pudo seducir alguna vez, me pudo encantar.