Te busqué virtualmente
y te encontré corriendo con los brazos abiertos,
dabas la espalda al mar
que tanto cautiva y atrae...
Pero así eres tú...
impredecible, bella y lúdica...
jugabas y corrías en la arena
y ella escurría entre tus dedos finos.
Vestida de espuma
extendiste tus brazos
con tu pelo al viento,
mis manos no tocaron tu cuerpo
sólo la palmas de mi manos
rozaron tu piel,
a un milímetro de tu carne viva
desde las rodillas
pasando por tu cadera
y llegando a tu cuello.
Mis dedos se enterraron en tu sedoso pelo,
también se escurría...
al igual que la arena.
Frente a nosotros... los cristales gigantes,
frente a nosotros... el mar inmenso,
olas monstruosas llegaban a los cristales
golpeaban en ellos,
al igual que en las rocas...
era noche,
pero tú eras la luz
de lejos imagino...
los cristales se verían iluminados
al igual que tus ojos.
Tenía temor,
palabra que no conozco
pero la experimentaba.
Y llegó la ola gigante,
que azotó los cristales tan fuerte
que rompió mi sueño...
Al despertar
y dejar este mundo onírico,
solo quedó el avatar...
bello, pero pequeño y distante.
Fernando de Lira.