En el pálido suelo de la noche,
tal vez ningún ojo con vida pueda ver
la hemorragia de tu cuerpo sobre tus hojas
ahora estériles.
Y agonizas sin palabra amiga,
con la luna y las estrellas por testigos.
El negro velo sobre los campos desnudos
moldea las siluetas de tus verdugos.
Tu hogar destruido por el apocalipsis del corazón humano.
Te podaron los huesos, te arrebataron los hijos,
tu jardín, tu sinfonía.
Tu camino de cirios en los ojos de aquellos que te amaban
callará a los pájaros y sólo el silencio hará sombra al sol.
Y naufragará el brillo de las estrellas
en la tormenta de la noche movediza
y demente de los tiempos sin ti.
Ahora te usarán para hacer una cruz
para sí mismos.
(Traducción: Juan Martín Ruiz)